lunes, 6 de julio de 2009

¡ROMA, SIEMPRE ROMA!

El día 20 de Abril volaba hacia Roma un grupo formado por 23 alumnos: Beatriz, Laura, Ana, Marina Tarazona, Marina Bolaños, Elvira, Jorge Lucas, Sofía, Alexandra, Alejandro, Camino, Sandra, Nieves, Inés, Paloma, Elena, Irene, Rocío, Adriana, Rodrigo, Hans, Jorge Fernández y Fede. Tres acompañantes (dos de ellos antiguos alumnos): César, Javier y Alejandro. Y tres profesores: Rubén, Carlos y Fernando Nicolás. Tan solo una ausencia, Eva, de 1º de bachillerato que se quedó en Alicante enferma, aunque nos acordábamos a cada instante de ella.

Este viaje tenía todos los componentes necesarios para ser inolvidable y, a Dios gracias, así fue: ¡amoRoma! sólo este quiasmo connota emoción, historia, cultura, espíritu, civilización … Pero además unos alumnos maravillosos, que sin dejar de ser jóvenes, se han acercado a la civitá eterna con respeto, admiración y sentimiento ¡Su comportamiento fue exquisito! Y por último unos profesores y acompañantes con una ilusión enorme, convencidos de que cada paso en Roma, repito, ¡cada paso dado en Roma! equivalía a una clase y cada vez que levantábamos la vista para admirar algún monumento o edificio cobraba la educación su verdadera dimensión.

En efecto ya podemos decir orgullosos que los alumnos del Colegio Jesuitas han estado en Roma. Es un tópico, pero parecía un sueño. Contábamos los días que faltaban y al final llegó: a las 7:15 de la mañana depositábamos las maletas en el autobús y con ellas todas nuestras ilusiones.

El primer día tiramos la moneda en Trevi y ya caímos rendidos de la ciudad italiana, tras unas callejuelas y totalmente inesperado nos sorprendió el majestuoso panteón de Agripa y, creyendo todavía estar en un sueño, paseamos con espíritu renacentista en la Plaza Navona.

El segundo día nos sentimos acogidos por los enormes brazos de la Plaza del Vaticano y al mismo tiempo, pequeñitos, muy pequeñitos entrábamos en la Basílica. Seguidamente nos rompimos los ojos admirando obras de arte a uno y a otro lado de los pasillos de los Museos Vaticanos. Todo el mundo antiguo entero expuesto en unos interminables pasillos: rostros anónimos, personajes famosos, dioses, héroes, animales, los que fueron, sin duda, un día y lo que sintieron se nos mostraban a nuestros pequeños ojos completamente abiertos.

Y esa tarde sin tiempo casi para comer y todavía con los rostros de Homero, Nerón, Agripina o Augusto en nuestra retina, entramos en el anfiteatro de Tito (Coliseo), donde revivimos los combates de gladiadores de hace dos mil años, los muestrarios de fieras y bestias exóticas, la ejecución de proscritos y las batallas navales –que incluso observando in situ todas sus partes cuesta imposible imaginar que aquel recinto se pudiera llenar de agua y realizar todo tipo de espectáculos marinos-.

La mañana siguiente un conductor muy gracioso, llamado Giusseppe, nos condujo en bus a Pompeya. Por mucho que nos avisaban los que ya habían estado, nunca nos imaginamos hasta qué punto nos iba a cautivar aquella visión. ¡Es una ciudad fantasma! Es indescriptible estar en las calles y en las casas –y en sus habitaciones y pasillos- y en los patios y en las tabernas y en los templos y en el foro de una ciudad que desapareció toda ella un 24 de agosto de 79 d.C. Ese día en aquel lugar el tiempo se detuvo, se apagó la vida, desapareció el mundo, todos los sueños de las personas que paseaban, jugaban, almorzaban, negociaban, trabajaban, reían, amaban y hablaban se quedaron petrificados en cuestión de diez horas. Todos ellos acabaron sepultados en un mar de ceniza y lava… ¡Y nosotros hemos visto sus cuerpos, sus gestos, su último esfuerzo…!

El cuarto día seguimos empapándonos de la cultura clásica con la visita de los Museos Capitolinos. Marco Aurelio ecuestre, la loba capitolina, Laoconte, y tantas y tantas otras imágenes que se abalanzaban en cada pasillo sobre nosotros como queriendo susurrarnos, o mejor dicho, gritarnos: ¡gracias por estar aquí, gracias por recordarnos, gracias por hacernos justicia, gracias por valorar nuestro mundo, ese mundo del que todavía disfrutas, deudor, sin saberlo! Todavía aquí en Alicante algunos de los nuestros aseguran oír lejanas esas voces…

Y tras la última tarde libre, el viernes 25, volvimos a regañadientes a Alicante, con los bolsillos vacíos pero con el espíritu tan preñado de imágenes, ideas, historias, lugares, monumentos que no dejábamos de repetir y susurrar, mientras mirábamos todavía ensimismados el mediterráneo por la ventanilla del avión, por qué a Roma la llaman ¡LA CIUDAD ETERNA!

Vosotros, chicos que vinisteis al viaje, os marchareis tarde o temprano del colegio, pero a los profesores que os acompañaron, esta experiencia se nos quedará grabada a fuego. ¡Qué pequeño se queda el papel cuando son tan grandes los sentimientos! ¡GRACIAS, CHICOS Y HASTA SIEMPRE!


7-5-2009, Carlos, Rubén y Fernando